Cincuenta suscriptores viajaron hasta Estonia, concretamente a su capital, Tallin, una ciudad «chiquitita» con mucho encanto, según nos contó Juan, del Club, que acompañó a los suscriptores.
Con un estilo medieval, amurallada y con construcciones hermosas, Tallin ofreció a los suscriptores un viaje abierto en el que, a veces en grupo y otras veces separados, disfrutaron de una estancia de 4 días en los que habitaron en un magnífico hotel de cuatro estrellas, muy céntrico y con un almuerzo, que estaba incluido, excepcional y muy variado.
Aunque el tiempo era frío, pues no sobrepasaban lo cinco grados en ningún momento, tuvieron tiempo de visitar el Palacio Kadriorg, Catalina en castellano; el Campo de las Canciones con una gran concha acústica; y la Catedral Alejandro Nevski, ortodoxa, entre otras zonas.
La comida, muy económica, hizo las delicias de los suscriptores así como los paseos por las calles empedradas que olían a las almendras tostadas con sabor a canela que se vendían por toda la ciudad.
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