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Paseo por Sóller y visita a Can Prunera

El pasado 25 de abril, una treintena de suscriptores asistió a una nueva excursión organizada por el Club que incluyó un recorrido por el encantador valle de Sóller, a bordo de su legendario tren de madera, y la visita al museo Can Prunera

Una treintena de suscriptores disfrutaron del imponente paisaje durante el recorrido en el Tren de Sóller.

La excursión en el Tren de Sóller constituye, sin duda alguna, uno de los tantos tesoros que conserva Mallorca. Un recorrido mágico e inolvidable por la majestuosa Serra de Tramuntana, bautizado por muchos como un viaje en el tiempo a bordo de un centenario tren de madera, muy bien conservado, inaugurado en 1912.

No es de extrañar que el Club del Suscriptor, siempre a la búsqueda de las mejores experiencias para sus socios, incluya esta excursión entre su calendario habitual de actividades.

Por ello, una vez más, el pasado 24 de abril y en compañía de Mita Estarellas, en representación del Club, una treintena de suscriptores tuvo el privilegio de subir al histórico tren para emprender un fascinante viaje y disfrutar, en primera persona, del imponente paisaje en todo su esplendor.

A su llegada a la Vall de Sóller, en lo que fue un día cálido y soleado, les esperaba la segunda parte de la jornada: la visita guiada al museo de Can Prunera. Una joya del modernismo y un espacio imprescindible para descubrir los detalles de este movimiento arquitectónico y artístico en la Isla.

Cuidadosamente restaurada en 2008 y 2010, posee una importante colección de obras de grandes maestros de los siglos XIX y XX, como Joan Miró, Picasso, Juli Ramis, Tsuguharu Foujita, Gustav Klimt, Miquel Barceló, entre otros. Recientemente, el pasado 8 de marzo, puso en marcha un nuevo y creativo proyecto educativo que incluye actividades para toda la familia y una amplia programación cultural.

La visita guiada consistió en un recorrido integral por el interior del edificio, su hermoso Jardín de Esculturas y los distintos espacios repletos de obras de arte. De la mano de Quico, el apasionado guía, se pudieron adentrar no solo en la historia del edificio, construido entre 1904 y 1911, de marcados trazos modernistas y con predominio del Art Nouveau francés, sino también en la propia historia de Sóller: la emigración hacia la Península y Francia, la importancia de los cítricos y el comercio naval.